¿Qué es la Filosofía?

¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?

Llegada esta edad, creo que es hora de ponerme a esbozar mi definición de filosofía, no vaya a ser que muera como gran filósofa y resulte que no di esta sentencia final que todo filósofo que se precie debe al mundo cuando entra en la madurez.

Así que voy a empezar a estructurarla con un par de ideas que tengo por ahí y me parecen buenos ejes para expresar mi parecer.

Por un lado, creo que la filosofía es un saber que comparte interrogantes con la religión. Es más, creo que todas las preguntas filosóficas son preguntas religiosas. Esto explica su carácter intempestivo e insoluble, lo cual quiere decir que las preguntas que fabrica la filosofía están hechas de tal modo que nunca se agotan en ninguna respuesta posible. La pregunta, cuando es filosófica, está destinada a sobrevivir a cualquiera de las contestaciones que obtenga, por plausibles y magistrales que pudieran ser. Todo saber inventa problemas pero una particularidad del saber filosófico es inventar ese tipo de problemas capaces de dar sepultura (y homenaje, flores, rituales y rezos de todo tipo) a todas y cada una de las soluciones que no sean, a su vez, otro problema o pregunta. Parece que el folklore filosófico tiene algo de galego.

La pregunta religiosa es, por excelencia, la pregunta inagotable porque la pregunta religiosa interpela al misterio mismo, al misterio como tal, al misterio como algo a respetar y no como algo a revertir. La pregunta religiosa siempre versa sobre algún detalle acerca de la relación del hombre con la eternidad. De la hondura de este interrogante, surgen muchas líneas de investigación. Dichas en términos más bien mundanos tendríamos la que es quizás primera: ¿Por qué existe todo esto? ¿Por qué existe un universo? ¿Por qué el ser y no la nada? Tras ella, se nos agolpan ya en la mente muchas otras: ¿Por qué existo yo? ¿Por qué existo yo como alguien capaz de cuestionar la existencia? ¿Es mi especie ese conjunto de entes que se preguntan por el mundo, por su estar en el mundo, por su destino en ese mundo, que se preguntan sobre cuánto hay de uno mismo en el universo y cuánto del universo en uno, sobre si el universo y yo nos relacionamos en términos de analogía (micro y macro), de metonimia (todo y parte), de metáfora (institución y función) y sobre esa multivocidad con que decimos mundo, universo, naturaleza o eternidad, que complica todo discurso en torno a la creación?

Dado esto, el juego está echado sobre la cuestión del conocimiento y la del trabajo. Obviamente en un plano que acoge estas zonas como campo propio de estudio, (conocimiento y trabajo), se conlleva de suyo, la reflexión sobre la responsabilidad y, de ahí, surgirá toda la narrativa moral y sobre la moral.

Tengo claro que si defino la filosofía como un saber cuyas preguntas son las preguntas de la religión, tengo que hablar de aquello que, entonces, la hace distinta del saber religioso. Podríamos decir que la religión contesta, entre tinieblas, con prácticas, es decir, con rituales y normas, mientras que la filosofía contesta, también entre tinieblas, con otras preguntas, con ideas que reformulan otras ideas y con análisis del planteamiento del propio problema. La filosofía da «otra vuelta de tuerca» al propio carácter de la pregunta. Y ese es su modo de responder.

La religión respeta el misterio a través de prácticas y ejercicios que lo restablecen como sagrado y nos permiten vivir con él. La religión soluciona sus preguntas inventando códigos de conducta que nos ayuden a, reconociéndolas como insoslayables, acuciantes e incluso vitales y apasionadas, convivir con la ausencia de respuesta, con el silencio, con la duda. De ahí el importante papel de la fe.

La filosofía, en cambio, asume, casi como idiosincrasia propia, aquella rumia que justo la religión combate. Nos anima, incluso, a dar vueltas y más vueltas a preguntas que no tienen respuesta o que tienen respuestas sin alcance más allá de la propia pregunta. O sea, la filosofía entiende sus preguntas religiosas igual que la religión entiende sus preguntas religiosas pero la actitud que toma ante ellas es más bien contraria: en lugar de optar por el orden mental y la fe, opta por la obsesión y la psicosis, esperando que estas pongan un poco de realismo en la razón.

La actitud con la que el filósofo convive con sus problemas e interrogantes es una actitud más parecida a la del artista que a la del científico o técnico.

Y esto ya nos lleva a la última cuestión que hoy quiero tocar: la metodología, pues no es la metodología de la filosofía la de la religión pero tampoco la de la ciencia, ni siquiera la de la ciencia social, sino que se trata de una metodología más bien artística. Estaré de acuerdo y en línea con quienes ven que la filosofía se fabrica al modo de la literatura. Eso sí, con los recursos de un género propio.

En conclusión y como primer esbozo de mi «Qué es la filosofía?», diré que la filosofía es el género religioso de la literatura. Me queda decidir si es un tipo de ensayo o si el hecho de ser ensayo religioso pide un nuevo género que se salga de los límites un tanto periodísticos y, por periodísticos frívolos, a los que el ensayo se ha amoldado tradicionalmente.

Extraido de Filosofía con Flow. De Belén Castellanos

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